viernes, 18 de enero de 2013

¿Por qué hacer punto?


"Tejer no cambiará tu vida, pero sí la hará mejor". Esa frase, que solía repetirme mi abuela mientras me enseñaba a hacer punto, me ha acompañado en todos y cada uno de los momentos en los que he cogido un par de agujas y un ovillo de lana y he comenzado a tejer una labor. Y es que el punto, al menos para mi, es una fuente de satisfacción y de relajación. Así, poder crear, diseñar prendas u objetos, ya sea para ti mismo o para otros, es una de las aficiones más gratificantes que pueden existir.

Parte de mi queda en esa prenda: mi tiempo, mi habilidad -o la falta de ella la mayor parte de las veces-, la dedicación, el esfuerzo y el cariño que he puesto mientras la tejía la impregnarán para siempre. Y parte de esa prenda quedará en mi: el recuerdo de la suavidad de la lana mientras se deslizaba entre mis dedos, el color y el diseño que elegí y la persona en la que pensé mientras la tejía.

Antes de empezar
Lo primero de todo es encontrar un sitio cómodo -preferiblemente un sillón-, con buena luz. Piensa bien lo que vas a hacer antes de empezar; si vas a seguir un patrón, léelo concienzudamente antes de echar los puntos, o si vas a dejar volar tu imaginación, haz una muestra antes para evitar tener que deshacer cuando lleves un buen trecho andado.

Y lo segundo es no desesperarse. Igual que sucede con cualquier pasatiempo que requiera algo de habilidad y de destreza, aprender a tejer requiere paciencia y perseverancia, probablemente a partes iguales. Si te atascas, haz una pausa, pide ayuda o empieza una nueva labor,  pero nunca abandones. El resultado siempre te compensará. Y no olvides que debes disfrutar tejiendo. ¡Y disfrutarás tanto que acabarás enganchada, como yo!

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